lunes, 28 de junio de 2010

Jose y jose


La verdad, nunca hubiera pensado cuánto se puede tragar la tierra a alguien que vive tan cerca, y de quien uno tenía el teléfono de la casa, los lugares donde frecuentaba, el mail, el msn y todas las formas de contacto posible.

No hubo manera de encontrar a José nunca más, y la pena me mataba de nuevo. No se si lo había puesto antes, pero José había sido la primera persona que misteriosamente -como todo fue un misterio en esta historia- logró llegarme al corazón después de "esa persona" que todos tenemos que nos enseñó lo que era sufrir por amor.

Lo que me erosionaba el alma no era solamente la pena, sino también la intriga. ¿Qué era todo ese halo de historia fantástica que envolvía a José? ¿Qué clase de persona tenía un "consejero espiritual", al que le contaba los sueños que soñaba una persona a la que él le había dicho que iba a conocer y el momento en que era correcto que empiecen a darle forma a una historia?

Nada funcionó: Ni el teléfono, ni los mails, ni esperar horas en el chat que su nick se ponga verde y asome por un costado. José Ignacio había desaparecido junto con nuestro comienzo de historia y toda posibilidad de entender qué había pasado.

Un día, cuando le escribía un mail más, de repente se conectó.
Debo admitir que me quedé tan dura cuando el "XXXXX está conectado" que no pude atinar a escribirle rápido. Sin embargo su saludo, para mi sorpresa, no tardó en llegar.

Tan, hola. Voy a ser rápido. Te admití solamente para pedirte por favor que no sigas intentando comunicarte conmigo. No llames más a casa, por favor. No me escribas, porque no voy a contestarte. No puedo estar en contacto con vos, es por tu propio bien, ya vas a entender y vas a estar bien. Vos fuiste fuerte una vez, vas a poder ser fuerte para lo que se viene. Un beso.

Comencé a tipear pidiéndole a mis dedos que sean más rápidos que su desconexión o el bloqueo

Jose, por favor, explicame qué pasó. Sabés que vengo de una jodida, no me dejes de nuevo sin saber qué pasa conmigo que la gente desaparece sin dar explicaciones. Hacelo por mi, si alguna vez compartimos algún momento lindo, te pido un último gesto de respeto, vos sos un caballero, no sos así, te lo ruego. Es por mi. Y sabés que no te molesto nunca más.

La pantalla mostraba que comenzaba a escribir y paraba. Yo del otro lado me deshacía odiando esa cosa que tengo de no poder llorar. Al menos no se había desconectado, pero la espera y la incertidumbre me mataban. Luego de un rato un párrafo apareció:


Tan, ya con esto estoy rompiendo las reglas. Yo no puedo hablarte, y esto está mal, solamente te estoy haciendo daño a vos. No hay nada malo con vos, voy a decirte esto último pero luego no podés contactarte conmigo NUNCA MÁS, y que yo te explique esto va a traer consecuencias, pero lo hago por lo que me pediste:

Si yo soy todo lo "especial" que vos decís, es porque en algún momento de mi vida fui un niño índigo.
Quienes nacemos con el don de ser niños índigos tenemos una misión en el Universo, una misión a la que debemos hacer honor. Yo heredé mi capacidad de ser especial de mi abuelo, el ser más maravilloso que conocí en esta tierra. El me ayudaba, él me educaba, el me enseñó a leer, el se haría cargo de mi formación. Nací dotado de una gran inteligencia. Por eso los idiomas, por eso leer a los 4 años, por eso la institutriz en casa, dado que en el colegio me aburría, por eso la metafísica y la física cuántica, por eso la sensibilidad para escribir que vos siempre me mencionaste.

Pero cuando tenía 6 años mi abuelo me dejó. El tuvo que partir, "me dijeron que falleció", y yo nunca lo superé. El ya había cumplido su misión en la tierra, pero yo no quise aceptarlo. Tenía la capacidad para hacerlo pero no quise, elegí no levantarme de esa caída por pensar que sin él nada tenía sentido.

Entonces tomé una decisión, capaz la más importante de mi vida: El renunciar a ser "especial", el olvidarme de mi "indiguez" y vivir una vida común y corriente.

Durante dos años me encerré en mi mismo, y no hacía nada más que lamentar su partida. Durante dos años nadie pudo penetrar en mi mundo, que cada vez perdía más riqueza por dejar de cultuvarlo.

Finalmente, a los 8 años, cuando decidí volver, sabía que mi vida iba a ser una nueva jaula en la que viviría mi mediocridad. Regresé a la vida como un niño común y corriente... y ya no tenía derecho a mis dones, mis privilegios ni a nada de aquello que había renunciado.


Por más que leía los largos párrafos que iban apareciendo, no lograba entender nada. Simplemente me ahogaba de pena y sentía que la cabeza se me ponía más y más compleja.


No entiendo José. ¿Qué tengo que ver yo con todo eso? ¿Es necesario inventar semejante historia para decirme que te arrepentiste?

Tania, por favor, no te hagas la superficial, que vos todavía no renunciaste.
¿No te das cuenta lo que pasa? Por si no lo sabés, vos sos cristal. Y sos el ser más puro, sos como la nieve. Y los niños que renunciamos a vivir nuestro don de ser índigo, perdemos nuestra luz, y nos volvemos de carbón.

Y es simple Tania, es simple si lo querés entender. Mi carbón no puede ensuciar tu nieve. Mi involución no puede entorpecer tu evolución.
Mi consejero espiritual no pudo percibir tu vibración, no pudo darse cuenta lo que era, y aunque tardó mucho en entender cómo pudo pasársele algo tan importante, terminó comprendiendo que es porque ni vos sabés lo que sos, el poder que tenés, y todo lo que podés generar. Si soñaste con ese niño, que era yo antes de renunciar a mi don, es porque tenés la pureza para conectarte con seres de luz. Si ese yo, si mi pasado, pudo hablarte, es porque sos una elegida para poder escuchar a seres evolucionados, entonces no podés seguir oyéndome a mi, que elegí vivir en las sombras renunciando al don para llevar a cabo la misión que la vida de asignó.

Por eso Tania, no me busques. Por tu propio bien, por tu misión y por todo lo que podés ser.


Y se desconectó. Dejándome más perpleja que antes, pero no tanto como cuando escuché, en mi interior, la voz aniñada del pequeño que había visto en el sueño:

¿Me cantás la canción de la vaca?

Y ahí, sin entender nada, me di cuenta que aunque José me había dejado, jose había aparecido. Luego sabría que para quedarse.

Misterios de Blogger


Juro que intenté de todas las maneras posible entrar al blog los últimos meses sin resultado positivo. Misteriosamente -como si no me faltaran misterios- la contraseña no quería arrancar de ninguna manera. No, no había forma alguna.

Y hoy, decidida a crear un blog nuevo y copiar y pegar las entradas, lo intenté una vez más y bingo! estaba adentro.

Pasaron muchos pero muchos meses, pero estoy muy contenta de estar de vuelta.

Por las dudas alguien siguiera leyendo, sigo con mi historia, compartiendo un poco de las cosas que me pasan.

Un abrazo y paz en sus corazones,

TW