martes, 9 de noviembre de 2010

Mi nuevo amigo jose

La canción era la que jose quería, y yo la cantaba cada vez que me la pedía. Mientras duraba el canto lo podía sentir feliz, siguiendo mi tonada con su son. Podía imaginarlo bailando, sintiéndose libre por un momento. Esa canción se la cantaba su papá las pocas veces que tenía tiempo para él.

Cuando releo esa primera frase y pienso que capaz otros puedan leer este blog, me es imposible no imaginarme lo que se les puede cruzar por la cabeza. Una flaca que debe cantarle canciones a un ¿espíritu? para que deje de gritarle al oído.

Luego de ese episodio comencé a aceptar que jose estaba ahí. Podía prestarle más o menos atención, pero el había llegado para quedarse y de repente las charlas comenzaron a hacerse habituales.

El tema es que jose era un niño, era el pasado iluminado de una persona a la que esa persona había renunciado, y al ser un niño hacía cosas de tal.

Muchas veces debía afrontar el desconcierto de que alguien se me acercara a contarme algo que le pasaba, con dudas o preguntas o esa mezcla de incertidumbre con pedido de consejo que tienen quienes te cuentan algo y que jose a lo loco me gritara la respuesta a las preguntas que esa persona hacía. Escucharlo todo el tiempo no era fácil y saber determinadas cosas sobre los demás no siempre era agradable pero en algún momento esto pasó a ser parte de mi vida.

Hoy en día que hay algunas series sobre cosas "no terrenales" me siento muy afín a ese sentimiento de los comienzos: Cuando descubrís que algo pasa, cuando pensás que estás volviéndote loca, cuando no sabés ni podés manejarlo, cuando un día decidís hacer algo con eso.

En mi caso lo que marcó la necesidad de tomar una decisión es que de repente para ayudar a otras personas me encontraba usando información o frases que jose me transmitía pero que ellos nunca me habían contado. Y cuando me lo hacían notar con los ojos abiertos como platos diciendo ¿y vos cómo sabés eso??? me daba cuenta no había manera de pilotearla.

La primera vez que me pasó fue con una amiga que lloraba como loca la pérdida de su abuelo porque no había podido despedirse, y de repente él comenzó a hablarme implorándome que la consuele en su nombre diciéndole unas palabras.

Cuando ves lo que el otro sufre y tenés una parte de la solución a tu alcance es dificil ser egoista y no usar tu "don" para hacer algo. Pero a la vez ¿sabés lo que es sentarte frente a una persona y decirle: "Bueno muchacho, resulta que yo escucho cosas, y tu tan querido familiar está conmigo en este momento"?.

Al comienzo fue un caos, pero luego de un par de pruebas aprendí a lidiar con ello. Y la primera gran prueba vino de la mano de Danila.

TW